La formación en cine en el Caribe Latinoamericano: el caso de Chavón – La Escuela de Diseño y su carrera de cine
En Retina Latina nos hemos preguntado en varias ocasiones por las implicaciones de la formación en cine en relación con el estado de nuestra producción cinematográfica. Desde el monográfico sobre
Escuelas de Cine preparado por Roger Koza, pasando por la colaboración constante con la
EICTV para dar ventana a las películas realizadas en el marco de sus programas de formación, y más recientemente, en el especial de obras desarrolladas por latinoamericanos como resultado de su paso film.factory -que fuera el proyecto académico del cineasta húngaro Béla Tarr-, acogido por la Sarajevo Film Academy, donde Andrés Suárez nos sugiere hablar de
películas Okupa para pensar en cómo actualmente se gestan unas cinematografías en otras geografías que no son localizadas en las zonas de origen en sus cineastas.
La formación audiovisual y cinematográfica en América Latina y el Caribe ha ido en crecimiento. Frente a un escenario en el cual hace unos diez años, la oferta académica formal e informal se concentraba en países como Brasil, México y Argentina -países que también cuentan con la mayor cantidad de películas producidas y estrenadas por año en la región- o donde para muchos la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños en Cuba- EICTV era la única oportunidad de especializarse en áreas técnicas y artísticas del cine, hoy nos encontramos con multiplicidad de programas -formales y técnicos- y un amplio abanico de cursos de verano, de extensión y diplomados, entre otros.
En esta oportunidad, para acompañar la reflexión sobre la formación en cine, y con el ánimo de seguir abriendo el mapa de América Latina -esta vez al Caribe Latinoamericano- ofrecemos un especial de producciones surgidas en la Carrera Técnica en Cine de Chavón – La Escuela de Diseño -en la República Dominicana-, programa que este año celebra sus dos años de existencia apostando por un balance entre la teoría y la práctica, la experimentación formal y las dinámicas actuales de la producción, fomentando las particularidades creativas de cada uno de sus alumnos y recogiendo los retos que implica formar hoy con un universo digital que nos pone a la mano los medios de producción y circulación de las imágenes en movimiento.
Hablamos con Tanya Valette, directora de la Carrera Técnica de Cine, quien nos comparte la evolución de esta experiencia formativa que en 2019 tiene su primera promoción de estudiantes.
Retina Latina: ¿Cuál ha sido la evolución de las oportunidades para estudiar cine en República Dominicana frente a la época en la que fuiste una estudiante en la EICTV?
Tanya Valette: A finales de 1986, cuando surge la EICTV, en cualquier país de Centroamérica y el Caribe era prácticamente una extravagancia pensar en estudiar cine. Un sueño descabellado y loco. Han tenido que pasar muchos años para que, en gran medida muchos de los graduados de la EICTV, empezáramos a cumplir uno de los objetivos de nuestra Alma Mater que es el de reproducir espacios de formación en nuestros países. En República Dominicana existen actualmente varias universidades que cuentan con cine y comunicación audiovisual en sus ofertas académicas y la Escuela de Diseño de Chavón, que ofrece un grado técnico.
R.L: Tú estuviste a cargo de la Dirección de la EICTV, ¿cómo esa experiencia contribuyó a tu propuesta de crear en tu país una carrera de cine con el formato y metodología que se ofrece en Chavón – La Escuela de Diseño?
T.V.: Como dije anteriormente, la EICTV nos formó con la conciencia clara de que debíamos regresar a nuestros países a reproducir lo aprendido. Yo escogí un camino más largo, tanto vital como profesional, y me fui a Francia, donde entré en contacto con otras formas de enseñar el cine. Estando en mi segunda etapa eiceteviana, percibí la necesidad de formar autores más centrados en la experimentación de las formas, atendiendo a la particularidad de sus poéticas y procesos creativos.
R.L.: Cuéntanos cómo se implementa el proceso formativo en la carrera de cine y cuál es su valor diferencial frente a otras propuestas y enfoques para abordar la formación en cine en Latinoamérica
T.V.: La carrera, que forma realizadores integrales, con un énfasis en la narrativa y la diversidad de formas y formatos, está dividida por semestres y estos a su vez en talleres de una o dos semanas, con profesores que vienen de todas partes del mundo, evidenciando la multiplicidad de miradas que llevará a cada estudiante a buscar su voz propia. El valor diferencial radica en que formamos a los estudiantes con un sentido de independencia frente a sus procesos y al acto creativo en sí, aunque con la conciencia de que el cine es un arte colectivo. Cada estudiante aporta sus herramientas de trabajo básicas: cámara, ordenador y grabadora de sonido. Los primeros dos semestres hacen obras individuales en las cuales deben ejercer todos los roles. En los últimos dos semestres surgen, de manera orgánica las elecciones de oficios y la escuela facilita todo lo necesario para completar un buen registro visual y sonoro, así como para la postproducción de imagen y sonido de los cortometrajes.
Esto lleva a un aprendizaje en el cual se privilegia el discurso y la búsqueda formal frente a lo puramente técnico y lleva a pensar con una economía de recursos que posibilitará que se pueda crear desde modelos de producción de más fácil acceso, sin tener que sacrificar la forma y las historias.
R.L: Una de las mayores críticas que nos hemos encontrado entre profesionales de la industria del cine latinoamericano, es que la academia no dialoga con la industria, y que pocas veces forma atendiendo a las necesidades del mercado cinematográfico y audiovisual local y global. En ese sentido, ¿cuál es la articulación en Chavón con las necesidades de la industria del cine y el audiovisual en República Dominicana y a nivel internacional, y a la vez, con las búsquedas personales de los alumnos?
T.V.: Este es un gran dilema en las escuelas que pretenden, como la nuestra, tener la vocación de formar autores. Cómo hacerles conscientes de la necesidad de encontrar un espacio dentro de la industria, sin hacer concesiones en lo relacionado a sus poéticas personales y a lo que necesita ser contado. Ese diálogo se hace necesario. Uno de los caminos que estamos encontrando es insertando a los estudiantes durante sus periodos vacacionales, como pasantes en las diversas casas de producción y post producción existentes en el país, creando así un vínculo que permitirá crear alianzas y vínculos orgánicos entre ambas partes luego de que los estudiantes se gradúen.
R.L: La distribución, la exhibición en múltiples ventanas y la creación de audiencias para la producción latinoamericana es quizás el mayor cuello de botella que seguimos experimentando. Cuando nos encontramos con los directores y productores del cine latinoamericano, notamos que – a excepción de muy pocos casos- el enfoque en la circulación y el consumo de sus obras está en los estrenos comerciales en salas y en los festivales de cine. ¿Cómo se aborda dentro de la experiencia académica de la carrera de cine, el hecho de que las obras se hacen para ser vistas y tener lugar en múltiples pantallas y espacios de encuentro con los públicos?, ¿tienen algunas asignaturas enfocadas a la distribución, marketing y circulación de las obras?
T.V.: Nuestro primer reto es hacer conscientes a estudiantes de cine de que sus obras deben existir para ser vistas, que el cine es una forma de expresión, de diálogo con el otro. Para ello, lo principal es la incitación a la experiencia de compartir el hecho cinematográfico en una pantalla. Tenemos una sala de cine donde todas las noches vemos y analizamos películas y reflexionamos sobre formas de llegar a otros públicos. En el último semestre, junto con la evaluación de sus piezas y guiones de largometraje (los estudiantes pueden escoger la escritura de guión como tesis), cuentan con sesiones colectivas de trabajo y asesorías
one to one, enfocadas al mercado de festivales y a las estrategias de distribución en las diferentes pantallas en las cuales podrían ser exhibidas sus obras.
R.L: Además, de las necesidades del mercado cinematográfico, y gracias a la digitalización de los procesos de producción, creación y circulación, también se han generado una serie de nuevas estéticas, narrativas, intersecciones creativas que amplían el concepto del cine tradicional a un espectro más amplio y diverso del audiovisual. ¿Cómo dialogan con esta realidad de un audiovisual más expandido que pasa por los videojuegos, la realidad aumentada, el cine 360, lo transmedia y otras formas de hibridación del cine con otras artes, la ciencia y la tecnología?
T.V.: El diseño de la carrera incita a los estudiantes a la búsqueda y la experimentación, tanto de las formas como de los formatos. Todos los ejercicios de fin de semestre son una especie de dibujo libre que responderá a las necesidades estéticas y narrativas de sus propuestas. Esto incluye desde la apropiación de archivos hasta el cine expandido, pasando por la animación, la ficción etnográfica, el documental, lo autoreferencial, tanto desde lo digital como lo análogo, en Super 8 y 16mm. El hecho de compartir espacio con una carrera de Bellas Artes, ayuda también a crear sinergias con otras formas artísticas y a estar más conscientes del cine como artesanía.
R.L: Cómo decíamos al comienzo, en 2019 la carrera cumple dos años y con ello también tendrán la primera promoción de graduados. ¿Cuál es el balance de estos dos años tanto de la carrera como de la oferta de extensión que tienen en el área de cine la Escuela de Diseño de Chavón?
T.V.: En mayo de este año tendremos nuestra primera promoción de graduados, de 38 estudiantes. Quizá sea muy rápido para hacer un balance que no parta de la emoción, pero se evidencia en este primer grupo, el hecho de formar parte de una generación de cineastas con conciencia de sí y de su necesidad de hacerse cargo. Eso para nosotros empieza a ser nuestro primer logro.
En términos de la carrera y su oferta, la demanda ha ido incrementándose cada año y desde el año pasado hemos empezado a recibir aplicaciones y estudiantes de la región, lo cual evidentemente enriquecerá el proyecto desde todos los lugares. Ha sido asombrosa también la rapidez con la cual hemos empezado a destacarnos en publicaciones especializadas, como la revista Variety, que nos catalogó como una de las carreras de cine más prometedoras, así como los premios alcanzados por algunos de los cortometrajes realizados por nuestros estudiantes, en festivales nacionales e internacionales.
R.L: Finalmente, por favor invita a los usuarios de Retina Latina a ver el especial que hemos preparado para ellos de cortometrajes de la carrera de cine de Chavón – La Escuela de Diseño
T.V.: El Caribe es un territorio diverso y complejo que se construye una identidad desde un mar en calma y el azote despiadado de los vientos. La selección de cortometrajes que hemos hecho responde a ese ritmo, a esa ambivalencia vital. Siete jóvenes cineastas en formación, con miradas y elecciones formales muy distintas, dan cuenta de esa diversidad.