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Entrevista a las creadoras de «Fosfenos Media», productora de contenidos audiovisuales para niños

14

Sep
2017

Imagen destacada de la entrada
A propósito del ciclo de cine infantil que Retina Latina estrena en el mes de septiembre, entrevistamos a Marcela y Maritza Rincón creadoras de la productora de contenidos audiovisuales para niños «Fosfenos Media». La productora colombiana, estrenará el próximo 28 de septiembre  en salas de cine de Colombia El libro de Lila, la primera película de animación y fantasía hecha en Cali.   Retina Latina: ¿Cuéntennos cómo nace Fosfenos Media? ¿Por qué el interés en enfocarse en producción audiovisual para público infantil? Maritza Rincón: Fosfenos Media nace en Cali (Colombia) en el 2005 cuando Marcela y yo veníamos de trabajar en el mundo del cine en la ciudad con las producciones que se estaban haciendo acá y nos cuestionábamos mucho sobre todo el empeño, la dedicación el trabajo que requiere hacer una producción audiovisual y queríamos que todo el esfuerzo que uno dedica en realizar una obra, pues lograra en realidad llegarle a la gente de manera especial y transmitir historias, valores importantes para la sociedad. En ese momento nos concentramos en el tipo de historias que queríamos contar y decidimos crear una productora que se dedicara a producir contenidos para el público infantil. Porque en ese momento pensamos que era la audiencia más desatendida a nivel nacional. Cuando pensábamos en ella, no había producción en Colombia dedicada a dicha audiencia, estoy hablando de 2005. En ese sentido fuimos pioneros aquí en Cali en el tema de generar contenidos para niños y nos encanta, porque creemos que es el público donde uno puede cautivar y donde se puede llegar en realidad para dejar un mensaje que les sirva para la vida. Decidimos enfocarnos en eso y llevamos doce años trabajando fuertemente, especializándonos y tratando de hacer contenidos de muy alto nivel para los niños. Marcela Rincón: En Fosfenos, siempre hemos venido trabajando en proyectos que nacen un poco de nuestra sensibilidad y por algún motivo las historias que yo contaba siempre tenían que ver con niños, quienes siempre eran protagonistas de esas historias. Sin saberlo, en esa exploración, en esas primeras historias, descubrimos lo que era especializarse en contenidos infantiles, y empezamos a aprender mucho con todo el grupo que se empezó a gestar en Bogotá. Siempre lo que nos ha gustado es que cuando uno trabaja historias con niños se generan muchas posibilidades, casi siempre surgía el complemento de historias reales con elementos fantásticos. Esa fue otra de las razones por las que empezamos a trabajar con mucho interés en contenidos para los niños. R.L.:¿Cómo ha sido la experiencia de cada una en su rol, de productora y creadora? Maritza R.: Sobre mi rol como productora quiero compartirles que es una gran labor la que se tiene desde la producción. Digamos que en todos nuestros proyectos nos enfrentamos con dos procesos en paralelo: Hacer un proyecto de cine o tv que es el proyecto audiovisual, y en paralelo, siempre estamos formando gente, porque trabajamos desde la región y no hay guionistas o animadores o gente especializada en el área infantil, y de la animación. Entonces ha sido una escuela permanente desde siempre. En lo que se refiere a la creación de contenidos, ha sido un proceso muy lindo porque hemos venido compartiendo mucha información a la que tenemos acceso por medio de la participación en eventos. Fosfenos ha abierto mucho camino en ese sentido en Cali, desde la parte artística tanto en animación, como arte y en hacer escuela. Hay un doble esfuerzo porque no solamente es conseguir dinero, armar los proyectos, sino que la producción desde la región nos implica esa doble misión, que es bastante distinta a lo que generalmente creo que sucede en Bogotá. Marcela R.: Mi experiencia siempre ha sido desde el guion y la dirección. He llevado a cabo una carrera muy intuitiva. Soy comunicadora social, estudié una especialización sobre escritura de guion para cine y televisión en la que obtuve conocimientos muy generales, y me encontré que en el caso de los contenidos para niños hay un montón de temas y cosas específicas que van mucho más allá.  También tuve la oportunidad de compartir con personas que estaban en esa búsqueda de producir contenidos significativos para los niños y sentí mucha sincronía con esas intenciones de contar este tipo de historias e indagar en nuestros propios contenidos, pues realmente no había muchos referentes en Colombia. Entonces fuimos buscando, indagando, pensando en posibilidades y descubriendo qué queríamos hacer.  Particularmente, nuestra experiencia con Guillermina y Candelario que ha sido la serie que ha tenido más trayectoria de lo que hemos hecho, nos ha servido mucho como laboratorio, y ver esa evolución en el tema de contenidos, de desarrollo de valores y de lo que nos interesa contarle a los niños. Lo más interesante es que hemos ido reafirmando en el camino de que lo que hay que hacer cosas es cosas muy distintas a lo que brinda la tv o el cine comercial para los niños. Desde Fosfenos estamos convencidos de que hay que contar historias distintas, con diferentes enfoques estéticos. Somos pocos los que tratamos de hacer cosas distintas con un interés más cultural que comercial. R.L.: Pasando, a la experiencia particular ¿cómo fue el proceso para llegar a su primer cortometraje, El pescador de estrellas? Marcela R.: Fue el primer largo que hicimos como Fosfenos Media. En ese momento fue que decidimos crear nuestra productora y hacer contenidos con un interés cultural y de trabajo con comunidad. En ese entonces terminaba mi especialización y mi trabajo final de grado fue la escritura de un guion de largometraje que se llamaba en ese momento Una historia Pacífica que se desarrollaba en el Pacífico colombiano, con personajes de una comunidad con la que había tenido oportunidad de compartir durante toda mi vida y que conocía muy bien. Cuando creamos nuestra productora queríamos empezar a mostrar qué tipo de producciones queríamos hacer y decidimos empezar con algo corto, así que adapté una pequeña idea de lo que se desarrollaba en ese largo y lo transformé en El pescador de estrellas. Hicimos de este un trabajo social, invitamos a la comunidad con la que trabajamos que está cerca de Buenaventura, les gustó mucho nuestro proyecto y nos acogió y empezamos a realizar nuestro trabajo con los niños, así realizamos el corto. Era la historia para afianzar nuestras relaciones con esas comunidades, lo hicimos con amigos, fue hecho con las uñas, no había convocatorias. Fue un momento para sacar un proyecto con mucho amor. Nuestro profundo interés era contar cosas que no se estaban viendo en la pantalla, entonces en ese momento el Pacífico colombiano era invisible, había pocas obras referidas a ese lugar y eso nos motivó. Fue un lindo comienzo para Fosfenos.   R.L.: El pescador de estrellas es un cortometraje de imagen en vivo, ¿cómo dieron el giro hacia la animación? Maritza R.: El pescador de estrellas fue esa primera aproximación, ese primer acercamiento a esas historias para niños, aunque nosotros contamos esa historia basada en un relato de un abuelo, tiene su toque fantástico porque hay un momento donde se a la fantasía y unos efectos animados para poder generar esa idea. Fue un primer acercamiento al mundo al que nos hemos venido inclinando, que es hablar sobre la fantasía. La animación nos permitía acercarnos a un mundo de fantasía, plantear en imágenes situaciones irreales pero fantásticas e imaginarias de los niños donde se podría hacer muchas cosas que trascienden los límites de la realidad. Empezamos con esas búsquedas que tanto narrativamente como técnicamente nos gustaban, y la animación nos fue resultando el medio más apropiado para recrear este tipo de situaciones y plantearlas de una manera sencilla, linda. Es fue el comienzo de ese gran giro que dimos en Fosfenos, donde nuestros proyectos empezaron a tornarse de esa manera y la animación fue la mejor herramienta para poder contar. R.L.: ¿En el proceso de investigación de sus proyectos audiovisuales, involucran al público infantil? ¿De qué manera? Marcela R.: Involucramos al público infantil de diferentes maneras en nuestros contenidos. Por ejemplo, en Guillermina y Candelario lo que solemos hacer es que hacemos entrevistas con los niños y tratamos de visualizar un poco cuáles son sus inquietudes, qué temas son los que les llaman la atención. Hablamos con maestras, con padres de familia, tratando de indagar qué tipo de cosas les parece que podríamos desarrollar en nuestras historias y a partir de los hallazgos se propone una temática para las temporadas. Cuando escribimos las historias también tratamos de estar cerca de los niños, y generamos una dinámica donde los chicos puedan proponer y opinar acerca de esas historias que estamos proponiendo y enriquecemos las historias a partir del punto de vista de los niños. Una vez terminamos los capítulos siempre hacemos focus group en colegios para estar atentas a las reacciones de los niños a ver qué es lo que funciona más, entonces todo eso lo volvemos como una memoria de nuestro proyecto y siempre lo tenemos en cuenta para las siguientes producciones. En proyectos interactivos hacemos pruebas de usuario para definir si lo que les proponemos en nuestros contenidos está funcionando, y eso nos obliga a realizar muchos cambios, pues se terminan de definir con los chicos. Los diálogos, es quizá, uno de los aspectos más difíciles de trabajar cuando se hacen guiones infantiles y había muchas situaciones de la película, donde era clave expresarlo igual a como lo haría un niño, lo cual a mí se me dificultaba. Hice muchos intentos, entonces aprovechamos el trabajo de preparación de actores con los niños e hicimos improvisaciones y propusimos las situaciones de la película y ellos eran los que se encargaban de ponerle los diálogos a la película. R.L.: ¿Por qué se embarcaron en la aventura de hacer un largometraje animado para público infantil? Maritza R.: Teníamos muchas ganas de ir un poco más allá. Llevábamos generando una escuela de animación con nuestro equipo de trabajo y quisimos hacer algo distinto a lo que habíamos hecho. Nos embarcamos en un proyecto gigante que nosotros cuando arrancamos no teníamos la conciencia de lo que hacíamos. Queríamos hacer algo diferente respecto a lo que se hacía en el cine en Colombia, pero también diferente en relación al tipo de historias que se están contando. Empezamos a hacer esto con un enorme desconocimiento de lo que en realidad nos esperaba y también El libro de Lila fue un laboratorio gigantesco para nosotras como productoras, para el equipo de trabajo, para Cali, también un proceso de experimentación al hacer un largometraje animado por primera vez R.L.: ¿Cómo fue la evolución del proyecto hasta llegar a El libro de Lila? Marcela R.: Veníamos con inquietudes para desarrollar proyectos para el público infantil y apareció en Colombia la primera beca del Ministerio de Cultura que era sobre escritura de guiones de largometraje para público infantil, entonces fue increíble esa oportunidad. Yo empecé a buscar y explorar en posibilidades, en historias y llegué a la idea de Lila, de este personaje que está cayendo en el olvido porque es el personaje de un libro que un niño ha dejado de leer. Entonces desde que esa idea me llegó, me enamoró y empecé a contarlo al equipo de trabajo y empecé a trabajar en ella y mandé el proyecto a la beca, y gané el premio. Y tuve la oportunidad de sentarme a trabajar varios meses para la escritura, investigué cómo se hacen las historias de fantasía, como son las estructuras y un poco el manejo del género para el cine. Hubo un trabajo de mucha reescritura, de mucha elaboración, y poco a poco el proyecto fue tomando forma y nos empezamos a preguntar sobre lo que íbamos a hacer con ese guion y nos presentamos a las convocatorias que sacó el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico de Colombia para proyectos de animación. Entonces esta película por su tema no se podía hacer en imagen real, vimos en la animación esa posibilidad de llevarla a la realidad. Empezamos a participar en todas las convocatorias y fue muy lindo porque Lila ganó todas las becas y convocatorias en Colombia para el desarrollo de largometraje, producción e igualmente los reconocimientos de Ibermedia, y así poco a poco cada estímulo, cada premio, nos daba un empujoncito que nos llevó a la producción de la película. R.L.: Respecto a la conformación del equipo de animadores ¿cómo fue la experiencia? Maritza R.: Ampliar al equipo de animadores, también al equipo de ilustración, y a los equipos de composición y los que conformamos la película. Tuvimos un común denominador, que fue muy interesante el proceso, porque nos implicaba un doble proceso de formar primero equipo y luego hacer la producción como tal, porque lo que nos tocó hacer fue un casting de talentos. Nosotros salimos a buscar artistas en la ciudad con inclinaciones en la ilustración o que tuvieran indicios de trabajos en animación, y sin hablar de técnica, porque había unos que trabajaban de ilustración 2d, cuadro a cuadro, otros venían del dibujo, entonces tuvimos que hacer una convocatoria. Eso tuvo varios niveles, unos llegaron por referencias, recomendados, convocatorias abiertas, universidades y fuimos analizando sus perfiles e hicimos una preselección con ese criterio. Hubo una convocatoria inicialmente local, luego fue nacional e inclusive internacional, pero cuando concretamos las posibilidades reales de conformar este equipo de trabajo, fuimos cayendo en cuenta de que esto teníamos que hacerlo con gente de acá. Por presupuesto era muy difícil homogeneizar un equipo de trabajo con gente de Cali y de otros lugares porque nos escribían de México, Argentina o de Bogotá y nuestro equipo en Cali era más junior y decidimos irnos por la opción de trabajar con jóvenes e hicimos talleres en esas áreas de ilustración y animación digital y tratamos de emparejar el nivel para identificar las habilidades de cada uno y hacer la distribución de los roles en el equipo de trabajo. Fue un proceso académico práctico, en el que se fueron definiendo los roles, también en la producción se fue validando y reconsiderando esa metodología. R.L.: El libro de Lila es una coproducción con Palermo estudio, empresa uruguaya productora de la película animada Anina ¿cómo fue la experiencia de coproducción? Marcela R.: Nuestra experiencia de coproducción con Palermo estudio fue enriquecedora y fue especial contar con el apoyo, el respaldo, la experiencia de este equipo profesional de artistas que acababan de terminar su primer largo animado Anina, que nos encantó y sentimos mucha afinidad desde el principio y gracias a la cercanía que teníamos con el productor pudimos afianzar la coproducción con Uruguay. Definitivamente creo que Palermo Studio tuvo una gran responsabilidad de darle el nivel que logró la película en este momento. El aporte más significativo de Palermo fue en la etapa de desarrollo, ellos hicieron la conceptualización artística, el diseño de personajes, los conceptos de los escenarios, de los mundos que plantea la película y fue en ese momento cuando empezamos a trabajar con nuestro equipo de producción, con talleres que dictó  Alfredo de Palermo Studio. Él vino y ayudó mucho a que el equipo de acá se alimentara de su experiencia, dio tips y ayudas para que nosotros aclaráramos nuestro proceso. Aunque entre Anina y El libro de Lila hay muchas diferencias porque son técnicas distintas de animación, hubo mucho de la experiencia que ellos habían recogido, que nos sirvió muchísimo y nosotros por eso estamos muy agradecidas con la gente de Palermo,con Alfredo especialmente. R.L.: ¿Cuál es su percepción de la producción cinematográfica para público infantil y juvenil en Colombia y Latinoamérica, comparada con la producción para televisión u otras ventanas? Maritza R.: Creo que en Colombia se está dando un movimiento muy interesante en este tema de la producción de contenidos infantiles especialmente en la tv. En el cine hay unas experiencias que están arrancando y son muy valiosas. Hay unos cuantos precedentes que no han sido muy afortunados por distintos motivos, pero hay un movimiento de algo que está empezando a gestarse. De hecho creo que El Libro de Lila en Colombia responde un poco a eso. De hecho nuestra promoción es que somos la primera película animada y de fantasía hecha en Colombia para niños y nos atrevemos a hacer esa afirmación en el sentido que estamos abriendo un camino y juntando esos dos aspectos de la producción animada y sobre el género para público infantil. Obviamente han habido otras producciones dirigidas para niños, con otras temáticas u otras expectativas, pero nosotros creemos que El libro de Lila abre un camino muy interesante en la producción de cine para niños en Colombia de algo que es muy incipiente en este momento. En un contexto latinoamericano, hay experiencias muy interesantes para analizar especialmente en México, donde hay producciones con contenidos locales y con historias costumbristas o de personajes y leyendas que han tenido mucha respuesta del público nacional, que a pesar de que no llegan mucho a otros países en Latinoamérica, pues ahí hay un interés muy particular sobre hacer producciones para niños con contenidos nacionales y locales. De Argentina hay un buen impulso, con cosas más experimentales o autorales. Me pareció muy lindo ese titular que usaron los del portal especializado en información del cine en Latinoamérica, LatAm Cinema, en su revista digital sobre animación, que denominaron “Animación latinoamericana: la fábrica silenciosa”, porque creo que definitivamente están pasando muchas cosas, varias van en proceso, pocas hemos logrado finalizar, como nosotras que tenemos esta suerte y además hay un interés en generar contenidos para audiencia infantil. Por fin se está sintiendo la necesidad de hacerlo. R.L.: ¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta la industria cinematográfica colombiana y latinoamericana para contar con contenidos audiovisuales y cine para público infantil propios, frente a una oferta tan amplia de contenido norteamericano o de grandes canales? Marcela R.: Depende de donde se esté ubicado, del tipo de historias que se quiera contar, porque aunque hay mucha oferta de cine norteamericano que llega a las masas, creo que en Colombia hay muchos productores infantiles que están interesados en realizar ese tipo de producciones y que funciona bastante bien. El problema empieza a surgir cuando uno no está parado ahí, que es el caso nuestro, pues somos más afines con otro tipo de historias, con historias que tal vez tomen unos temas más profundos para los niños, que tengan una intención más profunda. Entonces en ese sentido, con El libro de Lila tenemos muchos retos, de hecho lo vamos a tener en pantallas, pues sabemos que ese no es el tipo de contenidos que el público general espera. Ahí volvemos al tema de que los públicos, tanto niños como padres, tengan acceso a este tipo de formación y a poder entender valorar y disfrutar otro tipo de historias distintas a las que están acostumbrados a tener en el circuito comercial. Creo que son muchos los retos, El libro de Lila es un proyecto con muchos valores y creímos que íbamos a tener una gran acogida y a estar bien respaldadas por muchas entidades y eso finalmente no lo logramos. Obviamente tuvimos apoyo del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y las convocatorias y de Instituciones gubernamentales, educativas, universidades, pero no de ciertas empresas privadas con las que teníamos expectativas.  Creemos que eso pasó sobre todo porque la gente espera otro tipo de cosas. Maritza R.:  Anotaría que en este momento que estamos en la fase de lanzamiento y promoción del El libro de Lila, nos enfrentamos a un contexto difícil donde nuestra competencia no son películas de autor sino las grandes películas de Warner Brothers, de Fox, de Disney, entonces evidentemente nos queda muy difícil competir en términos de mercado, de marketing, de publicidad, con ese tipo de producciones. Aunque uno se esfuerce demasiado en hacer una buena campaña, uno jamás lograría tener ni los presupuestos ni los niveles de mercadeo que pueden tener producciones. Esta parte de la promoción es muy difícil. Cualquier producción colombiana o latinoamericana siempre se va a enfrentar a este gran inconveniente que uno trata de traerlo a favor, resaltando otros valores o técnicas y estéticas pero estamos enfrentados a grandes retos de mercado. R.L.: ¿Cuál es la clave para formar audiencias infantiles y juveniles para el cine colombiano y latinoamericano? Marcela R.: Creemos que lo más importante es generar espacios, porque no es fácil tener acceso a contenidos infantiles de buena calidad. Hablo de espacios distintos, porque esa posibilidad de que los chicos tengan acceso a otro tipo de historias, no es común, así que hay que generar esos espacios, como por ejemplo más festivales interesados en el tema infantil. Pensamos que a veces el cine infantil se trata de manera despectiva, en el medio del cine en general, hay un prejuicio muy grande desde los realizadores, la gente del sector, un gran desconocimiento, una falta de sensibilidad, con respecto a esto tan importante que es la producción para niños. Pensamos que este lenguaje puede tener un acercamiento apropiado desde las escuelas, que también se generen espacios para comprender y hacer análisis de este lenguaje audiovisual y este tipo de producciones, conectarlo con aquello que es más impactante para los niños en ese proceso de aprendizaje con esos contenidos y articularlo a procesos pedagógicos. En estos momentos hay muchos colegios y escuelas que trabajan de manera pedagógica los contenidos desarrollados en Guillermina y Candelario y creo que hacen falta muchos más contenidos donde los profesores y los niños puedan reunirse a aprender a través de estos medios.

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