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La animación latinoamericana según Ricardo Casas de Dirvercine

4

Jun
2020

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Ricardo Casas es gestor de Divercine, el Festival Internacional de Cine para Niños y Jóvenes del Uruguay desde 1992. Desde ese entonces el Festival ha llegado a tener muestras itinerantes en todo el país y en casi todos los países de América Latina, incluso España. Esto se ha dado , en palabras de Casas, por el trabajo de selección siempre pensado en niños y niñas y en las calidades de producción que han presentado a lo largo de los 29 años de existencia del Festival. En una entrevista con Retina Latina, este gestor uruguayo, nos respondió algunas preguntas sobre el cortometraje uruguayo Alto al juego de Walter Tournier que participará en junio, durante el mes de la animación en la plataforma, y sobre el panorama de la animación latinoamericana.

Retina Latina: ¿Qué características de Alto el juego la hacen una obra de animación notable en su opinión?

Ricardo Casas: Más allá de la calidad de la animación, ya se da por descontado cuando se trata obras de Walter Tournier, lo más sorprendente de este cortometraje es su final. En él, es el autor que interviene en la obra y dice en primera persona: «alto, nunca más».  El autor, nos señala la indignación ante algo tan aberrante como la guerra, que afecta por igual a adultos como a niños y confronta al espectador con un golpe de timón que lo interpela y apela a su conciencia, a su naturaleza humana. No existe en el mundo de la animación, al menos para mi, una obra similar. Pero además de la originalidad deslumbra el «ánima» del autor quien pone las cartas sobre la mesa.

Retina Latina: La animación suele estar muy asociada al contenido infantil, pero Alto el juego habla de la guerra, de una temática muy madura. ¿Cómo ve este cruce de mundos (adulto e infantil) en la película? 

Ricardo Casas:  La línea divisoria entre animación para niños o para adultos es difusa. No todos los niños son iguales, algo similar ocurre con el «mundo adulto». De este tema podemos escribir varios libros, de hecho, hay un ítem «público objetivo» en los festivales internacionales a la hora de clasificar una obra. El problema es que hay tantos criterios como especialistas y esto se constata fácilmente si pedimos una comisión calificadora en cualquier institución pública o privada que se ocupe de la infancia. Nunca me canso de repetir la definición que me dió una docente, al salir de una programación de Divercine: «los niños deben ver obras alegres y divertidas». Este criterio al menos se contradice con el famoso Disney, que luego de hacer sufrir amargamente a los espectadores durante noventa minutos, de lo que la industria califica como «familia», les concede un final feliz. Pensemos solamente que, en Europa, recién la industria de la animación comienza a hacer films para adultos luego de constatar el éxito de público de algún largometraje, en los años 80, en Francia.

Retina Latina: cerca de cumplir 30 años, Divercine se ha consolidado como un espacio tradicional para la animación en nuestra región. ¿Que rol tienen los festivales en la promoción y estimulo a la animación latinoamericana?

Ricardo Casas:  Es un rol que todavía las plataformas más famosas de Internet no cumplen y que tiene que ver con la selección. Aunque estas empresas tengan dividida su oferta por temas, dentro de los mismos hay una variedad muy grande donde encontramos La Biblia mezclada con El Calefón y en contraste, los festivales damos esa posibilidad al espectador, de saber que lo que está allí es lo que vale, proponiendo la calidad por encima de los intereses comerciales. Este aspecto, que ha permitido el buen éxito de Divercine en todo ese tiempo, también tiene que ver con el ofrecimiento de espacios para el intercambio, la discusión, la formación tanto de públicos como de productores y realizadores.

Retina Latina ¿Como ve el desarrollo de la producción de animación uruguaya y latinoamericana en los últimos años? 

Ricardo Casas:  Mejor, aunque siempre luchando con la falta de dinero y políticas claras hacia el sector. La animación es más cara que la ficción, el documental o cualquier género del cine y ésto no se puede obviar; animar es costoso, pero vale la pena invertir en ello. La animación es un género que apela a la percepción más fina del ser humano pues puede transportarnos a mundos que ningún otro cine logra hacer, da rienda suelta a la subjetividad en el más pleno espacio creativo. Los referentes latinoamericanos son pocos pero han surgido algunos, en los últimos años, muy interesantes y que provienen tanto de hombres como de mujeres que le dan mucha vitalidad al género. La diversidad de propuestas se está volviendo tan grande que sin duda proyecta la animación del continente a los lugares más destacados y que van de Tournier a Zaramella, de Claudia Ruiz a Vivienne Barry. Sin duda hay mucho camino para recorrer.

 

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