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La línea paterna, de José Buil y Marisa Sistach

26

Oct
2016

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A través del found footage -o “material encontrado”- muchos cineastas han hallado la manera de contar miles de historias. En algunos casos, las propias. Las de sus familias y de sus lugares. Historia que se vuelve presente a partir de la aparición casi fantasmagórica de personas y tiempos que se creían perdidos en la memoria. El codirector de La línea paterna encontró, en 1992, muchos rollos de filmaciones familiares en la casa de su abuelo, materiales rodados hacía varias décadas y conservados en prístinas condiciones. En medio de ese proceso murió su padre, lo que lo llevó a adentrarse en profundidad en contar la historia de la familia desde entonces y hasta 1995, fecha en la que este documental se estrenó y ganó el Premio Ariel al mejor del año en su rubro. Junto a la también realizadora Marisa Sistach, Buil va recomponiendo mediante el uso de una voz en off  poética en primera persona (si bien la voz no es la suya, el narrador lo “interpreta”) la historia de cada uno de los personajes -abuelos, primos, tíos y así- que aparecen en las películas encontradas, con sus historias, tradiciones, encuentros y desencuentros a lo largo de décadas, principalmente en Papantla, Veracruz. Y también filman material nuevo -en blanco y negro y estilo similar al de las películas encontradas- dando continuidad a la historia de esa familia. Además de esa recuperación de los seres queridos y las costumbres populares de la época que se mantienen hasta hoy, La línea paterna le permite al realizador -mediante la voz en off y por la naturaleza propia del material- reflexionar sobre el cine y la memoria, sobre las posibilidades que tiene este medio (y la fotografía, ya que también hay muchísimas imágenes familiares de entonces) de capturar retazos de tiempo y eternizarlos, sacarlos del olvido y transformarlos en presente. Por Diego Lerer, de OtrosCines.com, para Retina Latina

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