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Las calles de mi ciudad, de Lucía Nieto Salazar

14

Dic
2016

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El gran dilema: ¿Cómo suena una imagen? ¿Cómo se ve un sonido? La unión de los materiales esenciales del cine, el sonido y la imagen, definen cualquier película. En el breve film de la uruguaya Lucía Nieto Salazar esa amalgama queda expuesta de inmediato, porque la poética de Las calles de mi ciudad depende de esa conjunción que en el cine estrictamente narrativo puede pasar menos inadvertida. En principio, el film de Nieto Salazar es un ensayo sobre Punta del Este y Maldonado. ¿Una ciudad o dos ciudades? Más allá de los límites catastrales está claro que hay “dos” ciudades. Una permanece prácticamente vacía a lo largo del año, la otra es la ciudad en la que viven los pobladores de la región. Las panorámicas de Punta de Este enseñan el despropósito: cientos de edificios lujosos y sin gente constituyen la ciudad; la prepotencia de los pudientes es independiente de su presencia y caracteriza un espacio público fantasmal. A su vez, cuando la directora recorre la peatonal comercial de Maldonado, la precariedad se identifica en segundos; también los signos de un lugar común en el que se habita. Los planos cortos sobre todas las mercancías baratas para los trabajadores es el contraplano ideológico de los edificios que conforman la arquitectura de la ciudad. La meditación de Nieto Salazar se erige en imágenes y en palabras. La directora siente la necesidad de subrayar con su locución lo que en ocasiones las propias imágenes expresan por sí mismas. Ese desajuste debilita un poco la propia convicción que tiene la mayoría de los planos, soberbios en su composición y de una fuerza indesmentible: las flores, los edificios y las casas, los rostros están filmados con elegancia y precisión, y la propia asociación entre los planos orquestados por el montaje sugiere mucho de lo que Nieto Salazar se empecina por expresar con su voz en off. En el breve lapso de tiempo de Las calles de mi ciudad se adivina que hay una mirada sensible detrás de cámara. Por lo visto hasta aquí Nieto Salazar parece querer enlistarse en esa tribu cinematográfica que entiende que una cámara es un instrumento de indagación sobre todo lo que puebla la existencia. Es una tradición de magníficos cineastas, y aquí hay una legítima aspirante que busca seguir un camino. Por Roger Koza, de OtrosCines.com, para Retina Latina

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