Los sonidos del tiempo, de Pablo Palacios Naranjo
14
Jul
2016
La música muchas veces es una excusa, el punto de partida, el fruto o el emergente de un colectivo social. En Los sonidos del tiempo, el género conocido como Bomba y, más puntualmente, la vida de los veteranos integrantes de la banda Mocha, es la forma que el director Pablo Palacios Naranjo elige para acercarse a la comunidad del Valle ecuatoriano del Chota. Se trata de una región con mayoría de habitantes afroecuatorianos con un pasado de esclavismo y un presente donde la marginación y el racismo siguen -lamentablemente- vigentes.
La cámara paciente y atenta de Palacios Naranjo describe la cotidianeidad de estos queribles músicos (todos septuagenarios y octogenarios) que, a pesar de los consejos de muchos expertos respecto de pasarse a instrumentos “metálicos”, siguen tocando los nativos, muchos de ellos -como el Puro- construidos a partir de frutos parecidos a una calabaza gigante o directamente sacando sonidos de una hoja de naranjo.
Más allá de que la mayoría de los artistas son hombres, el documental le dedica un buen espacio a las mujeres, capaces de imitar la música de los instrumentos con sus bocas. También hay imágenes del trabajo diario (como en la cosecha de caña de azúcar o yuca), de las tradiciones milenarias y de procesiones en el marco del Día Nacional del Afroecuatoriano, donde -claro- la música y el canto adquieren un peso fundamental.
Los testimonios son en muchos casos de fuerte contenido político, ya que exponen y reconstruyen la trágica historia de la región (con un esclavismo iniciado por los jesuitas y luego continuado por hacendados) y una actualidad dominada por la miseria, la xenofobia, los estereotipos, el paternalismo mal entendido y la desigualdad de oportunidades (educativas y laborales), pero también por fuertes convicciones y un orgullo de pertenencia que se ha consolidado luego de décadas de sumisión y baja autoestima.
Uno de los momentos más emotivos de la película es cuando se muestra a unos jóvenes radicados en Nueva York que conforman el Grupo Musical Chota Madre, donde -ya con el aporte de las nuevas tecnologías para las grabaciones- sostienen el espíritu original de la música Bomba. El recambio generacional y la perduración de las tradiciones están asegurados.
Por Diego Batlle, de OtrosCines.com, para Retina Latina