Magnolia, de Diana Montenegro García
17
Nov
2016
El cortometraje -concebido con cuidado, precisión, rigor y, por qué no, una buena dosis de lirismo- apuesta más a transmitir sensaciones y estados de ánimo que a una narración clásica y efectista.
Rafael (Arnulfo Ramírez) es un anciano deprimido por las ausencias, los recuerdos y la soledad, que vive recluido en el interior de su casa oscura (hasta las ventanas están tapiadas). Sin embargo, desde las rendijas espía a Magnolia (María Edith Ariza), una veterana recicladora que pasa todos los días por allí. Él escribe carteles con nombres de mujer para llamar la atención de ella, pero será bastante tiempo después (cuando finalmente acierte con “Magnolia”) que conseguirá que la mujer ingrese a la casa y el destino de ambos cambie, quizás para siempre.
El cortometraje -concebido con cuidado, precisión, rigor y, por qué no, una buena dosis de lirismo- apuesta más a transmitir sensaciones y estados de ánimo que a una narración clásica y efectista. Es una historia construida a partir de pequeños detalles y observaciones, con una mirada entre cálida e inocente al amor en la vejez, cuando los sueños y las esperanzas parecen esfumarse. A veces, como les pasa a Magnolia y Rafael, los milagros se producen.
Por Diego Batlle, de OtrosCines.com, para Retina Latina