Retrato peruano del Perú, de Sofía Velázquez Núñez y Carlos Sánchez Giraldo
15
Sep
2016
El “retrato” al que se refieren los cineastas es literal. Se trata de una película centrada en tres personajes que se dedican, cada uno a su manera y en su rubro, al curioso arte de la “fotografía iluminada”, que consiste en cuadros que se pintan a partir de fotos de personas convirtiéndolos en retratos “mejorados” de ellos mismos.
El portentoso título de este documental resulta engañoso, ya que uno espera encontrarse con una suerte de maximalista historia sobre el Perú, con tintes épicos y centrado en grandes temas. Pero, al menos en principio, poco y nada hay de eso en este film de Sofía Velázquez Núñez y Carlos Sánchez Giraldo. El “retrato” al que se refieren los cineastas es literal. Se trata de una película centrada en tres personajes que se dedican, cada uno a su manera y en su rubro, al curioso arte de la “fotografía iluminada”, que consiste en cuadros que se pintan a partir de fotos de personas convirtiéndolos en retratos “mejorados” de ellos mismos.
Miguel es uno de los cultores de este arte muy popular en el Perú. Lo que hace es recibir las fotografías originales y conversar con los clientes de su negocio en el centro de Lima sobre qué desean hacer con ellas, cómo desean verse allí. El pedido habitual está ligado a aparecer más jóvenes, mejor vestidos, más sonrientes y bonitos. En Huaraz, Eva saca fotografías y se dedica a recorrer la ciudad y a analizar estos mismos trabajos en los que la gente busca quedar retratada como le gustaría ser vista. Por último está Johnny, un peruano radicado en México que vende esos retratos casa por casa: consigue clientes, manda a hacer los cuadros a Perú y luego vuelve, se los entrega y cobra su dinero… si es que le pagan.
El film está narrado por los propios personajes, con la voz de ellos en off durante gran parte del relato. Más allá de las circunstancias específicas de cada retratado -se intercalan varias historias de vida de los clientes- lo que los tres protagonistas hacen es hablar de su trabajo y analizarlo, tratar de entender los motivos que llevan a las personas a querer quedar retratados para la posteridad de esta manera, suerte de popular versión de los retratos pictóricos de los siglos pre-fotográficos. Así, los realizadores terminan haciendo lo que prometían en el título: a partir de esa mirada entre lo que uno es y lo que desea mostrar de sí mismo, entre la realidad y la fantasía, construyen ese “retrato peruano del Perú”, ese que muchos colgarán en las paredes de sus casas, pero que poco y nada puede tener que ver con la realidad.
Por Diego Lerer, de OtrosCines.com, para Retina Latina