Sofía y el terco, de Andrés Burgos
16
Jun
2016
Se trata de una película luminosa y amable, de las que cada vez se ven menos en nuestro continente, una road movie generosa que prefiere presentar una visión bastante alejada del realismo social.
La ópera prima del guionista y escritor colombiano Andrés Burgos es un producto curioso dentro del cine latinoamericano reciente. Protagonizada por la actriz española Carmen Maura en una actuación totalmente silenciosa, la película se centra en las desventuras de una mujer algo mayor que vive en un pequeño pueblo y está casada con un hombre en apariencia seco y amargo.
Sofía tiene una obsesión: conocer el mar. Y buscando cumplir ese sueño emprende un curioso y colorido viaje a través de distintas zonas del país, encontrándose con diferentes personas en su camino. Su silencio termina generando que sus circunstanciales acompañantes la usen para contarle sus historias, a las que ella responde siempre con un gesto amable y en apariencia comprensivo.
De vestuario y aspecto colorido, el mundo de Sofía está reflejado en la estética del film, que apuesta por un look casi naive -emparentado en cierto punto con el de la película francesa Amélie, referencia inevitable de este tipo de diseño de producción, arte y vestuario entre kitsch e infantil- y elige recorrer algunos temas álgidos del país de forma lateral, evitando todo tipo de oscuridad o negrura.
En eso reside buena parte de su extrañeza: se trata de una película luminosa y amable, de las que cada vez se ven menos en nuestro continente, una road movie generosa que prefiere presentar una visión bastante alejada del realismo social. Por otro lado, la acertada decisión de hacer que el personaje de Sofía no hable (probablemente ligada, desde la producción, a no forzar un acento colombiano en la actriz española) genera que Burgos tenga siempre que buscar recursos visuales para generar acción y movilizar el relato hacia su destino “oceánico”.
Y el otro punto a favor es la propia Maura, que no reemplaza su silencio con una sobreactuación plagada de gestos y mohines, sino que utiliza los recursos interpretativos necesarios para transmitir la mezcla de inocencia, picardía y los sueños de su aventurera y despistada Sofía, un personaje con aires también “almodovarianos” que le calza como anillo al dedo.
Por Diego Lerer, de OtrosCines.com, para Retina Latina