Un año celebrando la diversidad del cine latinoamericano
2
Mar
2017
Ya son más de 100 los títulos que Retina Latina ofrece de forma gratuita, en buena calidad técnica y con un análisis crítico e información detallada de cada uno de ellos. Cortos o largometrajes, documentales o de ficción, recientes o clásicos, constituyen una muestra contundente de la diversidad y vitalidad de la producción en América Latina. Si bien esta plataforma está limitada en principio a la cinematografía de los seis países que la fundaron (Colombia, México, Bolivia, Uruguay, Perú y Ecuador), gracias a coproducciones o aportes como los del proyecto DOCTV el alcance es todavía mayor.
Para celebrar el primer aniversario de Retina Latina se ha seleccionado un film de cada país integrante. No hay en este caso -como en otros ciclos mensuales- una idea conceptual o temática que los una, pero sirven para ratificar la idea de que el cine latinoamericano tiene, por un lado, una riquísima tradición y, por otro, propuestas que dialogan con las principales problemáticas contemporáneas.
Si de historia se trata, allí está la épica mexicana La casta divina, de Julián Pastor, una producción de 1977 que reconstruye las luchas de clases y los conflictos familiares, políticos, económicos y finalmente bélicos en la Yucatán de principios del siglo XX; o ¡Vuelve Sebastiana! (Los chipayas), de Jorge Ruiz y Augusto Roca, un cortometraje boliviano de 1953 que pendula entre el documental y la ficción, entre el cine etnográfico y la denuncia, a partir de las desventuras de una niña pastora de ovejas de la antiquísima etnia de los chipaya en Oruro. Por el lado uruguayo también hay en El viaje hacia el mar, de Guillermo Casanova, una trama ambientada hace ya varias décadas (en los años ’60) para narrar en un tono más costumbrista el festejo de un día patrio y el entierro de un hombre en el pueblo de Minas.
En el otro extremo aparece el intenso neorrealismo de Ratas, ratones y rateros, de Sebastián Cordero, la historia de dos primos de personalidades opuestas que se constituyó en pieza clave de la renovación del cine ecuatoriano en particular y del nuevo cine latinoamericano en general.
Desde el terreno más puramente documental Radio Belén, de Gianfranco Annichini, es un registro observacional de la cotidianeidad en el barrio Belén de la ciudad de Iquitos, región peruana de la Amazonia, mientras que en Cesó la horrible noche el reconocido director de fotografía Ricardo Restrepo debuta como director a partir de unos materiales de archivo filmados por su abuelo, el médico, escritor y cineasta aficionado Roberto Restrepo, en medio de un acontecimiento crucial en la historia de Colombia conocido como el Bogotazo, en abril de 1948. La violencia en ese país se percibe también en los notables documentales de Nicolás Rincón Gille, como las dos primeras entregas de la trilogía Campo hablado, que -si bien no integran el ciclo de mensual- forman parte de la oferta que en este mes aniversario propone Retina Latina.
Por Diego Batlle, de OtrosCines.com, para Retina Latina